jueves, 15 de enero de 2009

Science Cities. Marcos institucionales para las ciudades creativas

He puesto el típico título que no dice nada, lo sé, pero es la única forma que se me ocurría de continuar con el post de hace unos días sobre El año europeo de la creatividad y la innovación, el año de la crisis. Entonces prometí que profundizaría un poco más en uno de los aspectos sobre los que llamaba la atención, el programa británico Science Cities, lanzado en 2005 para seleccionar 6 ciudades (Manchester, Birmingham, York, Bristol, Nottingham y Newcastle) en las que crear alianzas entre la academia, los emprendedores y los líderes empresariales para fomentar la competitividad del país mediante la creación de polos de competitividad local.

Reconozco que el modelo de desarrollo local británico siempre me ha llamado la atención y me parece mucho más creativo que el que institucionalmente se estila en nuestro entorno. Percibo que allí arriba saben más de gobernanza multinivel y aquí sabemos más de hechos diferenciales, competencias y balanzas fiscales. Cada loco con su tema, supongo. Allí los ciudadanos son capaces incluso de rechazar la creación de una Asamblea regional en el Nordeste de Inglaterra (El nuevo arte de gobernar las ciudades y las regiones, página 139, capítulo de Gerry Stoker) porque "los ciudadanos no desean necesariamente más gobierno, sino mayor eficacia en la gobernanza". Aquí seguro que nos apuntamos a cualquier cosa que lleve el apellido de "descentralización" si eso significa crear nuevas élites dirigentes o dar poder político a las élites económicas locales. Y, por otro lado, creo que su enfoque de desarrollo local es mucho más dinámico, con un papel mucho más fuerte de la iniciativa privada frente al mastodóntico modelo subvencionador/creador de intereses y lealtades del sistema público. El sistema de Agencias de Desarrollo Regional puede servir de ejemplo.

Para este segundo aspecto, que es el que más me interesa (el primero es un debate más complejo), creo que el ejemplo de Science Cities es útil. Para ello, se puede leer el documento Innovation, science and the city, de Chris Webber, publicado por Centre for cities. De lo que me he encontrado últimamente es, junto con el trabajo del proyecto Ideopolis y su informe Enabling cities in the knowledge economy, es lo que mejor puede ilustrar una forma interesante de acercarse a un marco institucional de promoción de la competitividad local vía la innovación, la creatividad y el desarrollo de capacidades científico-tecnológicas.

En cualquier caso, de Science cities me quedo con:

  • Es una idea movilizadora; Science Cities nació de una forma completamente posmoderna si puedo tomarme la licencia de utilizar este término libremente; posiblemente fue una idea peregrina, al estilo de otras que también conocemos como los anuncios económicos improvisados de Zapatero en el Debate sobre el Estado de la Nación. ¿La diferencia? Que allí la idea, por peregrina que fuera, posiblemente caía en territorio abonado. Estamos ante una idea capaz de mover cosas; no hay por medio una estrategia que la justifique, ni un decreto que la regule, ni un comité que la apruebe, ni un boletín oficial en el que publicarla. Con ello no quiero negar la necesidad de todo esto, pero sí señalar que las ideas que nacen en un contexto de flexibilidad institucional pueden tener la misma capacidad movilizadora que las ideas estratégicamente analizadas. Y todo ello, sin negar tampoco la necesidad de que la acción pública discurra por los cauces procedimentales necesarios (y sólo los necesarios).
  • Ofrece un marco institucional flexible; no marca pautas sectoriales ("ahora vais a promover la ciencia en estos campos"), ni define los interlocutores de cada ciudad ("os vais a juntar con estos porque yo lo digo si queréis el dinero") ni establece actividades o prioridades (el famoso "hacéis lo que yo diga"). Si se pasea un poco por la información de cada una de las ciudades, se puede comprobar que cada una de las iniciativas surgidas es muy diferente de la otra y posiblemente ha evolucionado por caminos inicialmente no previstos, incómodos o incluso contradictorios. Vamos, algo así como reconocer de verdad la autonomía local.
  • El nivel supra-local actúa de paraguas; paraguas y sólo paraguas. ¿cuántas veces oímos esos cuando en realidad la diputación, el gobierno autonómico o el ministerio quiere decir "quiero controlarte"? Tan paraguas que realmente Science cities no existe, es sólo un logo, un marco mínimo de valores comunes sobre los que construir estrategias independientes pero relacionadas entre sí con libertad.
  • Construye sobre lo que ya existe; ¿Las ciudades volcadas en la ciencia nacen o se hacen? Se hacen como cristalización de una trayectoria, muchas veces protagonizada por factores exógenos y no controlables por lo público. Lo que no tiene sentido es crear de la nada y proponer nuevas science cities, es necesario contar con quien ya hace cosas. En la mayoría de los casos, estas ciudades ya contaban con dinámicas propias de promoción local basada en la competitividad científica, y Science Cities sólo actúa de soporte o catalizador para impulsar dichas dinámicas.
  • Permite apoyar las condiciones de especialización local con una visión integral del territorio: así, algunas de ellas parecen volcarse hacia los aspectos más creativos frente a otras con una visión más centrada en el impulso a la academia y la universidad; algunas con mayor peso de las instituciones públicas frente a otras donde el sector empresarial tiene un papel más relevante; incuso diferentes fórmulas jurídicas.
Asumo, por supuesto, que sólo he contado la parte positiva y desde la información limitada que tengo, pero tengo la impresión de que algunos criterios de estos tiene bastante carga a nivel de políticas públicas.

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